Mona Hatoum

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Mona Hatoum es una artista multidisciplinar, nacida en el Líbano, aunque de orígenes palestinos. Reconoce no sentirse libanesa, incidiendo en el hecho de que la mayoría de los palestinos que se exiliaron allí tras 1948 no pudieron nacionalizarse. En los años 70 hace un viaje a Londres, durante el cual empieza la guerra civil libanesa, y Hatoum decide quedarse a vivir en Londres. Esta vida de exilio continuado la marcó y es algo que veremos después en sus obras, especialmente en su primera etapa. Siempre quiso ser artista, pero su familia se oponía, así que su primera formación en Beirut es en el diseño gráfico, incluso llega a trabajar en publicidad.

En Londres estudia arte con Stuart Brisley, considerado una de sus primeras influencias, y empieza a realizar performances. En ellas consideraba muy importante la confrontación física, el usar su cuerpo. Los temas que trata en esta primera etapa son principalmente políticos o feministas, le preocupa especialmente la vulnerabilidad del individuo frente a las estructuras de poder.

A propósito de las performances, Mona Hatoum considera que desde finales de los 80 perdieron capacidad crítica, cuando eran más improvisadas y en contacto con el público, como reacción al mercado del arte. Aunque hay algunos artistas de performance posteriores que le gustan, como Francis Alÿs, considera las actuales como un acto “teatral” que perdió su sentido de improvisación y la fuerza al ser asimiladas por el mercado, y deja de hacerlas.

Tras esta etapa de performance y vídeo, Mona Hatoum comienza a hacer instalaciones y  en ellas hay una influencia del minimalismo y del surrealismo, que es uno de sus estilos preferidos. Cuenta que le hizo darse cuenta que las cosas no tienen que ser lo que parece, su relación con el psicoanálisis y su fascinación con el trauma, como éste afecta a la interpretación que hacemos de todo lo que nos rodea. Menciona como inspiración de sus obras a artistas como Sol Lewitt, Duchamp o Magritte.

En sus piezas vemos esta influencia del surrealismo en lo contradictorio de sus objetos: una cama en la que no podemos acostarnos, un felpudo de bienvenida hecho de alfileres… Pero además de estas ideas contrapuestas, siempre tienen un trasfondo amenazante.

Aunque haya dejado la performance, sigue siendo muy importante el cuerpo en su obra, como cuando utiliza su propio pelo en diferentes obras, y considera que sus instalaciones tienen que provocar primero un impacto físico y que tras él el espectador interpretará los conceptos que la obra le transmite. Un ejemplo muy claro de esto son los aparatos de cocina que la artista multiplica de tamaño, de manera que, un objeto que nos resultaría cotidiano, cómodo y familiar, pasa a ser una amenazante máquina.

Más información:
Wikipedia
Entrevista en BBC Radio 3
Post en La vida no imita al alrte
Post en Performancelogía
Artículo en elpais.com